Por Silvia Duschatzky, coordinadora del Proyecto Gestión Educativa en FLACSO Argentina
Abrazamos a lxs estudiantes de escuelas secundarias de la ciudad de Buenos Aires.
Abrazamos el gesto de tomar lo que les atañe, lo que atañe a sus vidas.
Abrazamos el deseo de hacer más habitable el tiempo transcurrido en los colegios. Abrazamos que no todo les dé igual.
Abrazamos que se nieguen a comer comida chatarra. Ellxs también desean esos alimentos que sus detractores hacen gala de saludables.
Abrazamos que quieran estudiar, algo que se les tiene vedado cuando se postergan los nombramientos de profesores.
Abrazamos que se junten, abrazamos su energía desbordante de complicidad. Abrazamos que traspasen las pantallas y habiten sus espacios. Abrazamos que se hagan oír.
No es cuestión de buenas razones meramente. Lo que se juega no son sólo reivindicaciones . El poder en sus diferentes versiones pronuncia: uds tienen derechos pero no es esta la manera. En consecuencias habría derechos denegados; derechos prescriptos. El derecho como campo predeterminado, el derecho que sólo el poder adjudica.
Lo más temible, me atrevería a decir peligroso, es la arenga de académicos, periodistas y autoridades de la gestión pública, que impulsa la judicialización de las protestas. Entonces el problema ya no es básicamente la detestable vianda; el asunto no es únicamente privarlos de un tiempo de estudio para mandarlos a cubrir tareas de limpieza en hoteles, bajo el eufemismo de prácticas laborales. Tampoco las horas libres por falta de profesores.
Desmentidas de un lado, constataciones fácticas del otro.
Hay algo más contundente. Se trata como ya lo enunciaba Kafka en el Proceso de existir realmente.
Judicializar las protestas es negar existencia a quienes las profieren, negar las ineludibles tensiones sociales, negar, al punto de la desmentida, la precarización que pesa sobre pibxs y docentes.
No se es real por el solo hecho de existir, sólo somos reales a condición de conquistar el derecho de existir. Los estudiantes sin haber conquistado el derecho de ser escuchados dejan de existir y contra esto se levantan.
Se les pide que estudien pero se les veda el estudio al desconsiderar sus puntos de vista, que no son otra cosa que el acto de estudiar, de ver con detenimiento los efectos de las condiciones institucionales sobre sus vidas y afirmar otros posibles.
Si la escuela no es su escuela, no es espacio a ser habitado y reconfigurado; la escuela les es ajena. ¿Qué les queda a los que se les sustrae su voz del espacio y tiempo que ocupan?
¿Qué pretenden lxs pibes? Salgamos del atolladero. Poseen la razón, no la poseen. Escapemos de maniqueísmos y pobres ironías que los desestiman o inculpan.
¿Lo inquietante son lxs chicxs o el ruido de su vibración? . Vibración que traspasa redes, pantallas, exaltación de emprendedores, influencers, vida mercantil. Son muchos. Son fuerza.
2 de octubre 2022
PH: Imagen tomada por los alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires.