Los docentes e investigadores del programa Políticas, Lenguajes y Subjetividades en Educación (PLYSE-FLACSO) Silvia Duschastky, Dora Niedzwiecki, Fabio Tarasow y Perla Zelmanovich dialogaron y debatieron en torno a la pregunta: ¿Qué potencia guardan (o abren) estas crónicas urgentes, escritas en tiempos pre-pandémicos, para nombrar la escuela que estamos inventando en este tiempo. Además, contó con la coordinación del escritor y pedagogo Carlos Skliar, que propulsó la conversación.
El programa Políticas, Lenguajes y Subjetividades en Educación (PLYSE – FLACSO) presentó, el lunes pasado por la tarde, el libro “Crónicas urgentes para pensar la escuela. Relatos ficcionales pero no tanto”, de Luis Cabeda. La moderación de la charla estuvo a cargo del escritor y pedagogo Carlos Skliar. “Hacer escuela es un acto político”, resumió el autor. En la conversación, Cabeda conversó con Silvia Duschavstky, Dora Niedzwiecki, Fabio Tarasow y Perla Zelmanovich, todos investigadores y docentes del PLYSE, en torno a la pregunta: ¿Qué potencia guardan (o abren) estas crónicas urgentes, escritas en tiempos pre-pandémicos, para nombrar la escuela que estamos inventando en este tiempo”.
En un primer momento, Dora Niedzwiecki, coordinadora del proyecto Vida Cotidiana y Escuela, comenzó el debate en torno a la pregunta de cómo sería un texto de la formación docente en estos tiempos, en este contexto de pandemia y cuáles serían hoy las crónicas, las urgencias, en el pasaje de la pura presencialidad a la virtualidad, de los cuerpos físicos en los edificios de las instituciones a las escuelas sostenidas por mensajes de guasap, llamadas telefónicas o la pantalla de una computadora.
“La reflexión sobre el acto de escribir –se preguntó la investigadora—gira en torno a la pregunta de qué es o cuál es el impulso que nos llama a escribir. Es decir, dar a las cosas unos nombres verdaderos, como menciona Luis, a los temas que te fueron encontrando y a poder nombrar las cuestiones que se cruzaron en tu camino y reclamaron de la escritura. La significación flotante me sirve para pensar –siguió— cómo esa inestabilidad propia del gesto de invitar a otros, a pensarlo junto con otros”.
Niedzwiecki reflexionó sobre el diálogo en el lenguaje de lo educativo, en esa educación que no excluya la conversación, como un clamor urgente al que ponerle también palabras. “Hay (en el libro de Luis Cabeda) una invitación a hablar de la educación con las propias palabras, acerca de las propias experiencias y los propios afectos forjados en las relaciones dentro de la escuela”.
Por su lado, Fabio Tarasow, coordinador general del proyecto Educación y Nuevas Tecnologías (PENT – FLACSO), mencionó la dificultad de poder construir las escuelas cómo espacios que sean, al mismo tiempo, contenedores y superadores de las diferentes realidades de los/as alumnos/as. “En los relatos, cada vez que eso sucede, se da por el voluntarismo de los mismos maestros, porque hay docentes que rompen con ciertas reglas y logran armar esos espacios. Lo que me preocupa es que los docentes que le ponen garra son los únicos que apalanquen la mejora”, reconoció el investigador.
La preocupación de Tarasow recorrió su intervención, para pensar en cómo construimos esos espacios de las escuelas con las tecnologías y que, al mismo tiempo, “los contengan y que los empoderen”, y agregó: “En este contexto tan difícil, lo que aprendimos el año pasado, es cómo la situación de la pandemia desnudó la triple brecha digital, que excluye mucho más fuerte a aquellos que no tienen acceso a los bienes y servicios, no solo en sus propias casas, si no porque no tienen conexión, los dispositivos necesarios o un adulto responsable, un docente, un maestro, que los compele a ser ciudadanos digitales”.
Luis Cabeda, en este momento, rememoró los inicios de los primeros bocetos de este libro y recordó a Cristina Martínez, docente y formadora de maestros de nivel inicial, quien con un video reflexionó: “Como profesora, intentamos con mis compañeras y compañeros, que los futuros docentes se apropien de conceptos, armamos cuadros para que sean más ágiles, y siempre pensamos que falta un plus, que es la pasión, necesitamos buscar que se conmuevan, que sientan las escuelas, que los colmen de alegría”, dijo la formadora.
“Los textos de Luis nos conmueven, nos hacen escuchar a los pibes, a las familias, nos permiten ver más allá de las puertas de las escuelas, de los campos, más adentro del muro que separa una cárcel del resto de la ciudad. Su experiencia en la docencia, recorriendo distintos lugares y niveles educativos nos permiten encontrar en estos textos imágenes muy potentes, a veces muy descarnadas, nos asoman a la sorpresa, al dolor, pero sobre todo nos asoman al sentir, al querer sentir escuela”, dijo la docente.
Silvia Duschastky, coordinadora del proyecto Gestión Educativa, reconoció que se replanteó algunas cuestiones muy profundas con la lectura del libro: “Una de las claves para pensar estos tiempos, o quizás la única manera de transitar estos tiempos, pensé, es seguir con el problema, algo que el capitalismo no hace, porque pretende cerrarlo todo el tiempo. Seguir con el problema es una clave fundamental: en este libro hay una tentativa de eso. (…). Me parece que es importante seguir con el problema y navegar en las aguas del agitar, suscitar y provocar con estas voces”.
La investigadora y docente recalcó entonces que “lo que el capitalismo nos robó es el deseo de cambio” y argumentó en relación con el libro de Cabeda: “Una atención importante es pensar cómo conjugar los elementos que no tenemos, en hablar como una manera de conversar, de armar suceso. Lo interesante del libro es cuando el deseo de cambio le gana a la convicción, le gana a cierto énfasis ideologista, cuando no somos los buenos de la película, si no en ver cómo estamos imbuidos en seguir con el problema”.
Duschastky se preguntó además “si es posible estar en esos espacios sin épica” y enfatizó que es el deseo, el entusiasmo, la búsqueda, sin llegar a concluir de qué se trata una escuela, o de qué se trata la vida” lo que propulsa esas líneas. “Hay que pensar otra hermenéutica de lo vivo, en pensar en otras relaciones y otros modos no jerárquicos”, concluyó.
Por último, Perla Zelmanovich, directora del proyecto Psicoanálisis y Prácticas Socioeducativas, compartió su experiencia de la lectura, a la que calificó como “un libro contra la injusticia”. En relación a esa experiencia de la lectura, la pedagoga refirió: “En este juego, entre quien escribió y quien leyó, en el signo de a urgencia, como grito o llamado, no tiene otro particular a quien se dirija. La particularidad que tienen las crónicas de Luis es que la urgencia se convierte en otra cosa, en hablar de eso, en leer para poder hablar de eso. En ese punto la urgencia se diluye en llamado a cada quien, es lo que le genera a cada uno”.
La especialista describió cómo el libro “muestra la escuela desde sus entrañas”, en ese péndulo que compele cuando el Estado está ausente (o presente) y en el arte de mantener el conflicto y la tensión narrativa. “En lo micro, en los márgenes, para producir actos que conmueven y muevan desde el pie. Desde la sensibilidad de cada sujeto, sujeta, sujete, una lectura emocionada. (El libro) mantiene postura pero no cierra el debate, presenta las contradicciones, que no deja afuera el conflicto, la no-relación, sin soluciones, que abren a seguir pensando y muestra la cuerda de por dónde se puede, desde abajo, algunos hilos para poder anclarnos en ciertas posibilidades y aperturas. Es decir, en cómo en lo mínimo está lo máximo”.
También, sobre el contexto actual, Zelmanovich indagó en la cuestión de problematizar sobre la presencia física y la distancia de poder mirarse en una imagen, en una historia, en cómo eso nos acerca: “No es solo la presencia de los cuerpos que, en este sentido de poder hacer escuela o poder estar con el otro, implica que el cuerpo es necesario pero no es suficiente. Puede haber cuerpos presentes pero no haber presencia”.
El escritor y pedagogo Carlos Skliar moderó la charla y habló sobre la idea de acompañar, de estar y quedarse, del trabajo común y compartido, de los problemas y las preocupaciones en ese hacer escuela, pero sobre todo en los efectos que provoca la lectura de ese libro. En ese sentido, Cabeda mencionó “cómo hacemos para seguir contagiando la pasión en estas condiciones” en el contexto de pandemia.
“Yo intenté que fueran textos que pudieran agitar, enturbiar, mover las aguas. Que no fueran tan claros, en una posición políticamente correcta. En algún momento pensé que el título, de hecho, fuera ‘Crónicas inconclusas para pensar la escuela’ porque no quería romantizar a los docentes, ni que fueran los buenos del relato, los salvadores heroicos, los militantes, los capaces, los sensibles, los iluminados. Me interesaba, sobre todo, narrar las historias de esos maestros, profesores o directores que sostienen, con el cuerpo, esta posibilidad de que la escuela exista y luchan para que no sea una excepcionalidad si no la norma. Este texto es un grito que permite hablar, que permite pararse a unos en un lado y a otros en otra parte”.
💻 La charla completa puede volver a verse en el siguiente enlace de
YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=kKCnaf03X5w