La potencia de las micropolíticas educativas en la gestión de lo público. Un estudio exploratorio y experimental sobre emprendimientos socio-educativos emergentes

Resumen

El problema general que aborda esta investigación se orienta a indagar los modos posibles de configuración de experiencias sociales y educativas a partir de dispositivos que se sitúan en los bordes de las lógicas institucionales herederas de la sociedad disciplinaria (provisoriamente llamadas post-estatales, no porque ocurran sin el estado necesariamente, sino porque resultan de procesos inmanentes de invención social). La idea de borde abarca tanto los desvíos operados al interior de las instituciones estatales como aquellos emprendimientos gestados por fuera de la incumbencia del estado, aunque manteniendo lazos vinculantes de orden jurídico y curricular. La pregunta se desprende de premisas e hipótesis que han sido puestas a prueba a lo largo de un recorrido de trabajo iniciado hace 16 años.

Uno de esos supuestos es que la vida contemporánea se caracteriza por una nueva materialidad social que no parece responder de modo invariante a la operatoria de los dispositivos instituidos, advirtiendo, en el caso del campo educativo, la emergencia de formas plurales de agenciamiento. Ya sea al interior de las escuelas de inscripción estatal, como en el desarrollo de proyectos territoriales de autogestión social, se advierte –con grados disimiles de impacto– la generación de formas “artesanales” de prácticas que dan cuenta de la proliferación de saberes efectivos nacidos de una lectura de las problemáticas emergentes que afectan la vida de las escuelas y la construcción del lazo social.

En lo que refiere a la vida de chicos y jóvenes, asistimos cada vez más a comportamientos que no podemos filiar en una tradición institucional: chicos que van y vienen de la escuela, que se van y no vuelven, enfrentamientos intempestivos no sólo entre los alumnos sino también entre chicos y maestros. Maestros agotados o temerosos frente a ciertos modos de estar en la escuela, desconfianza básica circulando en todas las relaciones, jóvenes desgarrados por el consumo, debilitamiento de la autoridad. La ruptura de determinadas coordenadas de relación social también pone a la luz potencias subjetivas que piden ser pensadas: economía de lenguajes, nuevas gramáticas y sensibilidades, relaciones fluidas con las tecnologías, chicos librados a sus propias estrategias de supervivencia, alumnos huidizos a toda prescripción escolar, pero permeables a formas flexibles de grupalidad, experiencias de gestión social y educativa cuyos efectos se dejan ver en la creación de tramas efectivas que activan una elaboración creativa de los problemas cotidianos.

La escuela, sobre todo en los escenarios de profunda vulnerabilidad social, comienza a visualizarse como espacio de preservación y cuidado de la vida de alumnos y madres. En recientes investigaciones constatamos que los niños solicitan permanecer en la escuela dilatando la llegada a sus casas, manifestando que allí se encuentran más seguros. Asimismo, es frecuente que las mamás busquen interlocución en las maestras frente al desborde cotidiano, no en las coordenadas de un saber jerarquizado sino en el marco de una complicidad de género. Indicios que dan cuenta de las mutaciones en la demanda y en el tipo de vínculo entre la escuela y la comunidad.

La vida en las instituciones nos enfrenta a la emergencia de nuevos modos subjetivos y de relación social. No se trata de configuraciones que respetan la racionalidad alrededor de la cual se organizaron las instituciones modernas (fijación y distribución de cuerpos en el espacio, vigilancia jerárquica, panoptismo, sanciones, exámenes, leyes, autoridad preestablecida) sino de formas múltiples que responden a nuevas formas de afectación y gestión de las vidas. El trabajo en escuelas que desarrollamos en anteriores
investigaciones nos ha llevado a construir la hipótesis de la existencia de algo que denominamos no escolar. Llamamos genérica y provocadoramente no escolar a todo aquello que, desafectado del proyecto escolar clásico, plantea desafíos a la escuela. Se trata de modos de estar que atraviesan, alteran y reconfiguran lo que podemos llamar –clásicamente– lo escolar. Lo no escolar puede presentarse como caos o puede leerse como una fuerza desde la cual configurar múltiples posibilidades de intercambio.

Esta investigación se inscribe en el proyecto “Gestión Educativa”